El barranco del valle de Poqueira, en la falda de Sierra Nevada, cuelgan tres pueblecitos: Pampaneira, Bubión y Capileira. Pampaneira es el primero, y en él nos decidimos a parar para perdernos por sus callejuelas. Como veis, en realidad, todos los pueblos de la región suenan bien, son topónimos mozárabes muy poéticos.

Capileira también es de origen mozárabe. La población se encuentra a más de 1500 metros de altitud y en Sierra Nevada, por lo que sus inviernos son fríos y los veranos cálidos, aunque la cercanía del mar Mediterráneo suaviza las temperaturas.

Nos encontramos ante una magnífica muestra de la arquitectura popular alpujarreña, de raíces árabes: casas encaladas con pequeñas puertas y ventanas, balcones floridos y las curiosas chimeneas cilíndricas de cuatro ojos y sombrerete plano que se han convertido en un símbolo de la zona (y que recuerdo cada vez que abro la nevera gracias a un imán artesanal que las representa).

Alrededor de la plaza de la iglesia de Capileira encontramos varias fuentes, así como a las afueras del pueblo, desde el cual se pueden emprender diversas rutas a pie. El paisaje es perfecto para recorrerlo, si el tiempo acompaña.

El centro está bien surtido de comercios con los consabidos productos típicos al alcance del visitante (miel, jamón, embutidos, quesos, textiles…). Y sobre todo las coloridas jarapas o mantas alpujarreñas que adornan las fachadas de las tiendecillas.

Los estrechos pasadizos techados, las calles con su canalillo en el centro que baja rebosante de agua, otras callejuelas por las que hay que apartar las hojas de las plantas para atravesarlas, la calle Silencio que hace honor a su nombre, los lavaderos, las fachadas blancas salpicadas de hiedra y de geranios…